Una isla ficticia creada por el gran escritor francés Jules Verne, en su
novela La Isla Misteriosa y en su secuela El regreso del capitán Nemo, en donde
–spoilers de un libro de hace 150 años- el capitán Nemo regresa. Con una
peculiar forma animalesca, o más bien combinando distintos animales, con una gran
variedad de ambientes y paisajes y con una fauna bastante peculiar –Julio Verne
puso nada menos que un hipopótamo en la chilena Isla Hanover– que se justifica por la teoría
científica de que todas las islas de la Polinesia son partes aun emergidas de
un continente sepultado bajo las olas, teoría similar a la de Lemuria, y ya
descartada hace mucho.
Relacionada con ella está la Isla Tabor, no inventada por Verne pero que pertenecería
al grupo de las llamadas islas fantasmas, de existencia dudosa cuanto menos.